miércoles, 13 de junio de 2012

Problemas en la enseñanza III (sobre la escelencia).

Este es un texto que he publicado en otro espacio y creo que también debe estar aquí, aunque es probable que ya nadie lo lea:

"En un IES de Leganés han aprobado la concesión de un grupo de los llamados por la Comunidad de Madrid “de excelencia” para el Bachillerato. Tal reclamo en una primera impresión seduce y atrae a cualquiera, es música dulce para los oídos conformistas y desatentos, si no no me explico cómo han podido aprobar tal aula, que solo trae perjuicios para el instituto. A estas aulas llegarán un reducido número de alumnos con las mejores medias de la zona (supongo que en eso fundamnetan la excelencia) de tal manera que habrá que hacinar como sea al resto de alumnos del Bachillerato para que estos poquitos puedan continuar su camino de exelencia. Entonces la alardeada excelencia del instituto se construirá sobre la ruina del resto. Ayer mismo una madre vino a decirnos que sacará a sus hijos de ese IES, pues no dan la media para ser excelentes, así que se los llevará a un centro donde por no dar esa media no se los excluya a una clase masificada y estigmatizada desde el comienzo.




Pero no va ahí mi reflexión, quiero ir más a lo hondo, no quedarme en detalles técnicos y organizativos para cuyo juicio soy perezoso. La cuestión verdadera es que si le echamos un vistazo a la palabra “excelencia”, dice en su primera acepción de la RAE “Superior calidad o bondad que hace digno de singular aprecio y estimación algo.” Y en su segunda acepción dice: “Tratamiento de respeto y cortesía que se da a algunas personas por su dignidad o empleo.” Pues bien, no son siempre los que mejor media obtienen los de más calidad, ni por supuesto los de mejor corazón. Coincide en muchas ocasiones, sí, pero en muchas otras no. Y el tratamiento de respeto y cortesía, que por principio se merecen todos los alumnos, los de mejor y los de peor media, si ha de darse solo a los dignos, no puede ser la medida de tal virtud la nota académica, sino el comportamiento, la bondad y la calidad humana. Hace tres años di clase a un Bachillerato en vuestro barco del Burgo, les di clase en 1º y en 2º. No eran los chicos con mejor media ni mejores notas académicas que me he encontrado, pero eran excelentes, con todo el significado que la palabra tiene. Simpáticos, amables, respetuosos, generosos unos con otros, allí convivían chicos que luego repitieron con otros que brillaron finalmente en la PAU y que ahora estudian con éxito sus carreras ( a muchos aún no les he perdido la pista). Tuve con ellos un idilio de dos años, subir a su clase era una de las mejores noticias del día, me reía mucho, aprendía muchas cosas y alguna enseñaba también, pues tenían la capacidad de distinguir cuándo había que escuchar en silencio y cuándo se podía, por contra, intervenir, comentar, reír… Todo era tan placentero y sencillo… Me resisto a reservar el término excelencia solo para algunos, y que, así, tanto muchacho excelente como el que más, sea apartado al lugar de los que, según el juicio de despiadados burócratas, no lo son.



A muchos los conocéis. Cómo olvidar la excelencia de Silvia Aldecoa, sus cabreos y su letra redondeada; de Inés del Sol, sus lacitos, sus textos y sus alegría; de María García y sus proclamas y reivindicaciones; de María Bermúdez y sus enigmáticos silencios; de Clara Agudo y sus ensoñaciones y viajes al más allá de las aulas; de Laura Orzanco, que me llevaba la contraria siempre y se le enrojecían las mejillas; de Javier de la Morena con sus siestas y su caos; de Péñín y sus lecturas rimadas; de Emilio García y sus cambios de humor, el trío calavera; de Giulia, que no escribía ni una "h" y su sangre italiana; de Laura Martínez, siempre tan elegante, que me regaló un retrato de Miguel Hernández para pedir perdón; de Pepe, que se quedó para salir triunfante un año después y de su baile en Gracia; de Pérez y cómo leía los poemas cuando estaba despierto; de Antonio Alcázar, capaz de cosas muy raras por un aprobado (los dos del Atlético a muerte); de Steven, que tuvo que quedarse un año más con los números a cuestas; de Carla y su infatigable labor; de Clarita, capaz de bailar con 40 de fiebre; de Gorka, rebelde con causa, siempre ligando; de Elena Gutiérrez, Maturana cuando me enfadaba, que no me guardó rencor aunque no estuvo de acuerdo con su nota; y Elena García con su cara triste los primeros días, que fue aprendiendo a sonreír; de Estefani, que me daba los trabajos a través de Steven y siempre estaba tan callada; de Rocío Barrera, que lloraba después de los exámenes como una magdalena; y de Rocío Fernández, tan delicada, que tuvo que lidiar con las matemáticas; de Natalia, inventora de palabras; de Patricia, que repitió para que conociésemos esa letra extraña e inclinada; de Mauricio y Adriano, que sudaron sangre con la lengua y la filosofía; y de Bea, que tantas veces me salvó del aburrimiento en la guardia de biblioteca al curso siguiente, y que un día se vino en pijama; de LLorente y de Álex López, los dos de la primera fila, que o se dormían o se partían de la risa; de Patricia Quesada, tan amable, tan encantadora; y de Fabiola, nuestra añorada Fabiola. ¿No eran ellos excelentes? ¿No eran ellos, aunque no sacaran todos sobresalientes, merecedores de tal calificativo? Ya lo creo que lo eran, y lo seguirán siendo. Ahí están todos, en la foto, sonriendo conmigo. Se van a cumplir dos años de su graduación y aún los echo de menos. Y aún muchas mañanas me despierto alegre porque he soñado que de nuevo he estado con ellos en clase."



Javier.






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martes, 23 de noviembre de 2010

Instituto.

Como ya sois mayores me preguntáis que qué tal va el instituto, y lo escribís así, con todas las letras, ya no decís "tuto". Curiosa esta etapa de los cambios, cuando uno sale del instituto ya parece otro bien distinto, seguro que ahora escucháis con silencios que se tocan a vuestros profesores y tomáis muchos apuntes y hasta estudiáis algo. Todo dicho, sea esto remarcado, con mucho cariño. El caso es que me voy encontrando con muchos de vosotros en Moncloa, en las calles, en los bares... y os veo distintos, más felices, plenos, satisfechos, me saludáis con entusiasmo y comenzáis un atropellado monólogo sobre las maravillas universitarias... todos os encargáis de recalcar que ya no hay que estudiar cosas que a uno le desagradan, como la lengua. Sin duda algo estaremos haciendo mal para que salir del instituto sea para vosotros como soltar un pesado lastre que os torturaba. Ahora bien, también os digo una cosa (así, como si siguiéramos en clase, con un vaso de café -único consuelo que me queda- en la mano) los primeros momentos son los más sencillos, pero el entusiasmo inicial no es eterno, como ocurre en el amor, sin ir más lejos, y vendrán los días de tedio y sacrificios que parece que nunca se van a acabar. Es entonces cuando tenéis que seguir encontrando dentro de vosotros mismos la fuerza y optimismo necesarios para no ir cayendo como caen por estas fechas las hojas de los árboles (símil muy original). Yo he buscado siempre esa fuerza en litros de café y toneladas de poesía, cada uno que la encuentre donde quiera o pueda. Parezco un jesuita, abucheadme.
¿El "tuto"? Bien, distinto, la atmósfera llena de recuerdos, nuestra antigua morada ahí, en la lejanía, llena de caras nuevas y extrañas. Se os echa de menos cada segundo, pero poco a poco mis nuevos alumnos de Primero se van ganando mi respeto y confianza, voy consiguiendo con ellos ese clima que me gusta conseguir en el aula, de buen humor, compromiso, confianza y complicidad: ya sabéis, que haya un "ellos" ahí fuera, frente a "nosotros", sufra en el mundo quien quiera. Le hemos dado a aquello de "Nuestras vidas son los ríos/que van a dar a la mar..."
Ahora andamos enfrascados con todo aquellos de que las palabras se relacionan y "trigo, centeno y cebada" son casi hermanas, con su padre el "cereal"... ya sabéis. Tengo "buena gente que camina", algunos brillantes, pero para variar soy el único que así lo cree, los demás, con su letanía, aquella de que las generaciones de ahora ya no son como las de antes, bla, bla, bla.
Ahora viene la típica época de diciembre en la que cojo un berrinche y empiezo a mandar leer cosas tristes, siempre me ocurre en ese mes, y se acerca la Navidad con todo el drama que ello supone para los que renegamos de toda tradición y formalidad. Espero que alguno se pase el 23 por la que fue y es su casa (qué solemne esto, digno de discurso de graduación) y así pueda ver las grandes jornadas lúdico-festivas que estoy organizando, jurjur. Y escribidme algo, hombre, para curar un poco esta maldita nostalgia que hay días que hasta duele.
Muchos abrazos, gente del D. Seguid entusiasmados con la vida; yo, a pesar de los bajones y los "malos mestureros", sigo adelante. Mañana un café muy cargado a vuestra salud.

Javier.

sábado, 31 de julio de 2010

Despedida.




Leyendo EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO, de Marcel Proust, me he encontrado este párrafo y necesito compartirlo.

"Según una creencia céltica las almas de los seres perdidos están encerradas en un animal, un vegetal o una cosa inanimada, perdidas hasta el día en que por azar sucede que pasamos al lado del árbol o del objeto que las sirve de cárcel. Entonces se estremecen, nos llaman, y en cuanto las reconocemos se rompe el maleficio. Y liberadas por nosotros, vencen a la muerte y tornan a vivir en nuestra compañía".

He hecho un alto en el camino estos días y me ha dado por pensar en vosotros. Luego he caído en la cuenta de que no hice la despedida oficial de esta que ha sido nuestra paginita virtual los dos últimos años. Me da pena despedirme de este espacio, ya veis que tontería. Aún no sé si lo cerraré, quizás lo deje abierto aunque solo sea para asomarme a él cuando me ponga nostálgico. Con el estrés y la carga de emociones del final del curso (fue bonito, hasta una cafetera me han regalado), las despedidas, los viajes inmediatos este año... no me ha dado casi tiempo a pararme a reflexionar. Ahora que estoy de vuelta y con la noche en calma y muy calurosa, es el momento de cerrar con unas palabras de despedida este capítulo, otro más de la vida, distinto a los demás, porque aunque seguirán pasando alumnos serán ya estos distintos como también lo seré yo. Cada momento es único y ya no se repite, no queda más que como recuerdo, memoria de un tiempo que se extinguió y que conforme van pasando los años se va perdiendo entre la niebla del olvido o va siendo sepultado por recuerdos más nuevos y recientes. Pero siempre queda algo, un buen día un sonido, un olor, un objeto contienen una huella de esos días del pasado y hacen que inadvertidamente broten los recuerdos en cascada. Será un día que el ruido de la tiza, o la luz que se filtra por las persianas, o el furtivo comentario de un alumno, quien sabe, me hagan recordar esos días en los que subir a clase de Primero o Segundo D era como disponerse a abrir un cofre que no sabes lo que contiene, pero que anticipa secretos y misterios de gran riqueza y encanto.

Entre esos recuerdos estará también el de ella, que entraba cada día y se sentaba en su sitio de siempre y miraba y escuchaba y nos regalaba sus sonrisas, sus silencios, su exquisita educación y maneras, toda la dulzura de cada gesto, el ejemplo de su trabajo y esfuerzo, contra todas las circunstancias y la mala suerte. Nos ayudará en los días de niebla a encontrar de nuevo el camino que habíamos perdido; será el pañuelo de agua fresca sobre nuestra frente las noches de fiebre; nos irá recordando el milagroso don que es la vida cuando el dolor sea agudo y los horizontes borrosos. A cambio tendrá nuestros ojos para ver cada nueva puesta de sol; nuestros oídos para la música y el canto de los pájaros en verano; nuestro tacto y nuestra piel para cada sensación nueva y desconocida.

Estos últimos días estuve perdido por un bosque de hayas como la de la imagen. Ojalá se cumpliese esa creencia celta y ahora ella estuviese en una de esas hayas mágicas y que un día que de nuevo estuviésemos buscando la paz y el silencio en medio del bosque sintiésemos esa llamada, ese estremecimiento, ese reconocimiento que la devolviese al mundo que tanto la añora y la necesita.

Javier.

viernes, 28 de mayo de 2010

Para el martes.

Los que vayan a venir el martes, sepan que se hablará de este modelo de examen, que es una de las opciones del año pasado:

http://www.selectividad.net/selectividad/Logse%20junio%202009/lengua.pdf

El miércoles se tratará un texto narrativo y el viernes uo periodístico.

Saludos y ánimos.

Javier.

jueves, 27 de mayo de 2010

Saque su mano de mi bolsillo

Javi soy Giulia, este es el artículo sobre la reducción de los sueldos que te comenté ayer entre copa y copa:

http://www.elmundo.es/elmundosalud/blogs/profesionsanitaria.html

sábado, 20 de febrero de 2010

=)

Tú llegas como la mañana a iluminar con tu sonrisa






A veces la palabra justa es esa que calla, A veces no hay palabras, A veces las palabras se escuchan sin que sean dichas, A veces callamos para evitar más dolor, y en silencio aparecen las palabras que tanto necesitábamos… Un silencio, una palabra sencilla o un monólogo irritante, todo habla, todo dice.
A veces hay que pasar de la palabra al acto, porque el resto es puro BLA BLA.

Siempre.

viernes, 19 de febrero de 2010

López.

Desde este espacio le queremos hoy decir adiós al señor Alejandro López. Se marcha a otro instituto y deja un hueco y una huella que ya no vamos a poder llenar.
Su partida es la primera: dentro de unos meses os marcharéis todos a surcar cada uno el espacio de vuestro porvenir, que ya llega. Se va a quedar vacío y solo este espacio virtual, también el físico, ese aula al que dais aliento y vida cada mañana y cómo no, mi espacio vital, que tardará en acostumbrarse a no nombraros cada mañana, a no contar con el placer de vuestra compañía diaria. Pero así son las cosas, se va el señor López y deja tras de sí un álbum de recuerdos en la memoria de cada uno y nos avisa: aprovechemos con intensidad lo que nos queda de curso, antes de que todo se lo lleve el viento y sea solo ya recuerdo.

Le quería despedir hoy y desearle lo mejor. Nunca son las despedidas alegres, pero digamos "hasta la próxima" con una sonrisa, esperando que algún día se deje caer por aquí a saludarnos y esperando también que nunca nos olvide, a nosotros, los de Primero D.

Javier.